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De la recesión a la innovación:

 La nueva era del espíritu empresarial en España

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Tras el devastador colapso económico y la recesión de 2008-2014, España ha vivido una década de recalibración y reconstrucción. La caída de su mercado inmobiliario, antes en auge, empujó a España a un período difícil de desempleo abrumador, huelgas y pobreza, y el proceso de recuperación ha sido largo.

Sin embargo, el sólido crecimiento de los últimos años ha marcado un firme final de la recesión; la economía española ha crecido un 2,6% en 2018, y un 3,1% en 2017. La muy necesaria reconfiguración económica ha reducido el impacto de la fluctuación del mercado inmobiliario en la economía general, y sectores como las exportaciones, el turismo y la tecnología han ganado un terreno considerable. Como resultado, los ingresos fiscales de las empresas han aumentado hasta los niveles anteriores a la recesión y el dinero se ha invertido en mejoras de las infraestructuras.

Un artículo de Peter S. Goodman publicado en 2017 en el New York Times destacaba el optimismo de las start-ups y los jóvenes emprendedores que pueblan las oficinas de las ciudades españolas desocupadas por empresas en recesión. Las empresas familiares tradicionales están rejuveneciendo gracias a la energía de jóvenes empresarios formados, que aportan el espíritu de las start-ups a las empresas clásicas. Las ciudades españolas pueden ofrecer un mejor coste de vida que otras grandes urbes europeas como París y Londres; esta última lidiando con la incertidumbre post-Brexit y la vacilante confianza en su capacidad para seguir siendo una capital de negocios. Esto abre posibilidades a países como España para aprovechar y tentar la inversión externa en sus ciudades.

España sigue teniendo problemas: un gobierno socialista en minoría que lucha por sacar adelante los presupuestos y la legislación, y el malestar latente del movimiento independentista catalán demuestran que el país no es en absoluto una utopía comercial. Sin embargo, hay argumentos para sugerir que la innovación a menudo surge de condiciones empresariales y sociales imperfectas: una respuesta a un problema, un impulso de cambio y un deseo de aumentar la rentabilidad y el crecimiento.

En entornos completamente estables, hay menos necesidad apremiante de pensar de forma expansiva, y posiblemente más arrogancia en la creencia de que ya se han encontrado fórmulas de éxito. Las soluciones disruptivas crecen para contrarrestar el estancamiento que las empresas tradicionales suelen generar. Tomemos como ejemplo el reciente revuelo en torno a Irlanda, otro incipiente centro de innovación a punto de convertirse en capital mundial de la tecnología, diez años después de su propio periodo de depresión económica. Tras una década de desesperación, jóvenes brillantes de Irlanda y España están forjando un nuevo camino hacia el éxito, aprovechando los atractivos incentivos que ofrecen sus gobiernos para incubar nuevas ideas.

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