Cómo la economía colaborativa está configurando el panorama de LATAM
He aquí las repercusiones de la contribución de América Latina al mercado de gigas.
América Latina contribuye de manera significativa al mercado global de gigas - que, en 2019, se valoró en un estimado de 204 mil millones de dólares, y se prevé que aumente a 455 mil millones de dólares en 2023, según cálculos recientes de Mastercard. En los próximos años, según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo, la economía gig de LATAM crecerá un 15%.
La pandemia de 2020 cambió la faz del mundo laboral, especialmente en lo que respecta a la gig economy. Si bien el trabajo remoto, el nomadismo digital y la contratación independiente han ganado popularidad en todo el mundo, América Latina es una de las regiones en las que esta expansión ha tenido un mayor efecto.
El trabajo autónomo se refiere a empleos que suelen depender de aplicaciones, como el reparto y el transporte, así como a trabajos de contacto a corto plazo. Además de la prevalencia del trabajo autónomo en los sectores del transporte y el reparto, muchos contratistas independientes trabajan en el sector tecnológico, que es uno de los mercados más rentables y en rápida expansión de América Latina.
Ahora que el trabajo gig es tan común en América Latina, ¿qué impacto está teniendo en el panorama social y económico de la región?
Auge de la tecnología en la región
La economía colaborativa en América Latina está inextricablemente ligada al crecimiento de la industria tecnológica en la región. La tecnología está en auge en toda América Latina, con gigantes como Google, Dell, Revolut y Uber abriendo oficinas en todos los países de América Latina. Muchos países latinoamericanos han introducido políticas e iniciativas para apoyar a la industria tecnológica. Por ejemplo, las exportaciones de software de Uruguay disfrutan de una exención fiscal del 100%.
A medida que los países de América Latina adoptan la industria de la tecnología, la economía colaborativa sigue creciendo, debido a la preferencia de muchos profesionales de la tecnología por trabajar como autónomos, eligiendo sus propios horarios de trabajo y creando sus propias empresas. Por lo tanto, el auge de la tecnología está directamente relacionado con el auge de la economía colaborativa, ya que muchos profesionales de la tecnología son trabajadores colaborativos.
Las aplicaciones de transporte y reparto impulsan el crecimiento económico
2019 fue el año en que las aplicaciones de reparto de comida empezaron a dominar el mercado. Aplicaciones como iFood en Brasil, Rappi y Domicilios.com en Colombia se hicieron omnipresentes, y el servicio de reparto chileno Cornershop alcanzó el estatus de unicornio, lo que significa que está valorado en más de mil millones de dólares.
La popularidad de las apps de reparto de comida ha seguido aumentando desde 2019, tanto entre los clientes como una opción laboral para los trabajadores, muchos de los cuales se habían quedado sin empleo como consecuencia del COVID y recurrieron a la conducción de reparto como fuente de ingresos. El sector del reparto de comida a domicilio en América Latina ya está valorado en total y sigue creciendo.
La economía colaborativa también va de la mano de la industria del transporte en Latinoamérica. Por ejemplo, el mercado brasileño del transporte cuenta actualmente con 1,7 millones de conductores registrados como contratistas independientes.
Uber provocó grandes protestas y objeciones de los taxistas cuando se lanzó en Argentina en 2016, y se dictaminó que no cumplía las normas, lo que significaba que los conductores podían ser procesados si se descubría que trabajaban para Uber. La empresa tecnológica de servicios de taxi fue regulada en Argentina en 2020, y también lo ha sido en Brasil y México, donde sigue siendo increíblemente rentable.
Pero aunque la economía se está beneficiando enormemente de la popularidad de las aplicaciones de reparto de comida y transporte, los trabajadores autónomos de estos sectores pueden ser vulnerables a la explotación, lo que nos lleva al siguiente punto.
Surgen acusaciones de explotación
Desde que la economía colaborativa de América Latina se ha afianzado, los trabajadores colaborativos, que representan hasta el 50% de la mano de obra en algunos países de la región, han expresado su preocupación por los bajos salarios y la falta de protección y prestaciones.
Por ejemplo, Time señala que un informe de la fundación alemana sin ánimo de lucro Friedrich Ebert reveló que casi el 70% de los repartidores de Ecuador trabajan una media de 70 horas semanales sin días libres.
A pesar de que la demanda de estos servicios aumentó durante la pandemia y a raíz de ella, las condiciones no han mejorado. Según informa The National Interest, una encuesta realizada a 298 conductores de 29 ciudades latinoamericanas reveló que más del 60% declararon que su salario había disminuido debido a los cambios en las condiciones ofrecidas por las empresas.
Aunque, según Time, en Perú, Chile y Colombia se está estudiando la posibilidad de promulgar leyes que otorguen más derechos y protecciones a los trabajadores autónomos, los derechos de los trabajadores siguen siendo un gran problema en el mundo del trabajo autónomo en Latinoamérica.
Los bancos lanzan préstamos alternativos
Las aplicaciones de transporte Uber y Didi, con su iniciativa de préstamos alternativos, son un ejemplo de cómo el trabajo gig está moldeando el panorama económico de América Latina. Iupana informa de que las empresas están utilizando los datos de los trabajadores autónomos latinoamericanos para conocer mejor sus patrones de comportamiento y evaluar el riesgo crediticio.
Hasta hace poco, los trabajadores gig en América Latina tenían un acceso limitado a la banca tradicional, con más de 40 millones de personas sólo durante 2020.
Didi lanzó en México en 2021, que ofrece a los conductores de Uber y Didi mejor clasificados acceso a préstamos de hasta 1.450 dólares, tras un análisis de sus datos, como el historial de conducción y la lealtad a la marca.
La empresa espera que el incentivo garantice un mejor servicio, así como un conocimiento más profundo de las pautas de comportamiento de los trabajadores gig y la evaluación del riesgo crediticio a la hora de conceder estos préstamos.
La gigeconomía es un ecosistema complicado, que afecta de muchas maneras a las empresas, los trabajadores, los consumidores y los mundos fiscal y social, en toda América Latina y en todo el mundo.
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